El Carmen de los Mártires es uno de esos espacios que todo el mundo conoce, pero que raramente se cuelan en la agenda cotidiana de quienes vivimos en la capital.
Seguro que has estado allí en alguna boda, ya que es uno de los palacetes que el Ayuntamiento de Granada alquila para este y otros tipos de eventos, pero nunca se te ha ocurrido darte un paseo con tus peques por puro gusto.
Yo lo hice hace unas semanas, y os aseguro que repetiré en breve, porque es imposible salir de allí sin preguntarte por qué demonios no vas más a menudo.
Ésto no ocurre únicamente con el Carmen de los Mártires, sino con multitud de espacios de nuestra ciudad (Por ejemplo el Cuarto Real de Santo Domingo), que quedan fuera de nuestras agendas cotidianas y que visitamos, con suerte, cuando viene algún amigo o familiar a la ciudad y nos vemos obligados a hacer de cicerone.
Yo creo que a amar nuestra ciudad, sentirse parte de ella y querer hacerla crecer, cambiar y mejorar se aprende. Por eso, siempre que puedo, «turisteo» por Granada con mis hijas, sin más pretensiones que disfrutar de sus maravillas y sembrar un poquito de amor local en ellas…
El acceso al Carmen de los Mártires es sencillo: puede hacerse andando, subiendo por el Realejo, o bien en lo que mis niñas llaman «el autobús chiquitito», concretamente el C3 (si no han vuelto a cambiar los números de los autobuses). Otra opción es coger el C7 (el autobús del cementerio) y bajar hasta el Carmen dando un paseo por el bosque de la Alhambra. Es fresquito y agradable, y el paseo es cortito (y cuesta abajo ;).
La visita es completamente gratuita, y el espacio abre de lunes a domingo, en horario de mañana y tarde.
Agradezco a mi madre, que nos acompañó en la visita, que me contara la historia de cómo los grandinxs casi perdemos el Carmen de los mártires como espacio público en la década de los 70, cuando una operación inmobiliaria que pretendía construir un hotel, destruyó buena parte de los espectaculares jardines de la finca.
Gracias al «movidón» popular que se organizó, la operación no salió adelante, lo que viene a demostrar que Granada, cuando quiere, sabe plantarse y decir no.
Lo primero que sorprende del Carmen de los mártires es su extensión: nada más y nada menos que unas 7 hectáreas de terreno, en el que encontramos un magnífico palacete, jardines románticos y huerto nazarí.
Haciendo un poco de historia, descubro que el Carmen era llamado por los árabes «campo de Ahabul» y que fué el lugar del que partió Boabdil para hacer entrega de las llaves de la ciudad a los reyes católicos. En recuerdo del hecho, Isabel la católica mandó construir allí….adivinad…¡si, una ermita!.
Posteriormente se construyó un convento de los Carmelitas, del que fué prior San Juan de la Cruz. Allí escribió varias de sus obras, mientras leía y paseaba por los jardines.
El convento fué destruido y pasó por varias manos, de forma que se construyó el palacete y se modificaron y ampliaron los espléndidos jardines, fuentes, albercas y el lago de la finca.
Si queréis saber un poco más sobre la historia del Carmen de los mártires, podéis mirar por ejemplo aquí o aquí .
Para los peques el Carmen resulta irresistible por varios motivos: el primero es todo un clásico, los pavos reales.
Espectaculares, pasean libremente por los jardines, y es inevitable quedarse prendada de ellos.
Después, en el «top ten» ifantil están los patos, of course, que nadan tan felices en el maravilloso lago central.
Y después…, después todo: los jardines, llenos de rincones, árboles, flores, fuentes, mil y un escondites donde no parar de jugar. Con sombras y espacios tranquilos donde sentarse a merendar y leer un libro.
Un auténtico lujo al alcance de todos los vecinxs de la ciudad, al que volver cada poco tiempo.
¿Os animáis?