Con el Club de lectura juvenil de la librería Agapea subimos un poquito la edad de los temas que solemos tratar en Little Granada, pero creo que nos viene muy bien porque …¿acaso pensáis que nuestros hijos e hijas no van a crecer nunca?
Tranquilo todo el mundo, que prometo no enzarzarme con el tempus fugit ni aburriros con lugares comunes sobre disfrutar la infancia, etc.
Vamos a resumir todo ese rollo en plan granadino, y diremos simplemente que esos años «pasan volando».
La crianza, con sus dudas y descubrimientos, sus revolcones de realidad y sus placeres, deja paso a la infancia (aquí ando yo ahora), con sus debates sobre la educación, las normas, los valores… Y ésta, deja paso a…la preadolescencia y la adolescencia. Me consta que acabáis de poner cara de pavor…
Sobre las dos primeras podéis encontrar en la red multitud de blogs y blogueras/os (una misma), que escriben sobre sus experiencias, reflexionan, dan consejos, descubren libros, juegos, ocio…Son abundantes los foros y los grupos de apoyo e intercambio de experiencias (virtuales y reales).
Sin embargo, conforme «nos crecen los enanos», cada vez escribirmos menos y resulta mucho más difícil encontrar «conversaciones» en la red sobre los temas que interesan a padres y madres con hijos e hijas preadolescentes.
Tiene su lógica: los blogs tienen una parte de «ventana indiscreta» a la vida de quien escribe. Por eso, cuando hablamos sobre nuestros hijos e hijas, llega un momento en el que, de forma natural, frenamos. Por una pura y simple cuestión de intimidad de nuestras criaturas.
La frescura de muchos blogs relacionados con la ma-paternidad radica en la narración de historias en primera persona, en la reflexión sobre las propias experiencias, y al preservar la privacidad de nuestros hijos, cambia nuestra forma de escribir y nos lo pone un poquito más difícil.
De ahí ese pequeño «páramo» en la blogosfera cuando llegamos a estas edades.
Curiosamente, y por lo que me cuentan las amigas y amigos con hijos en esta etapa, ese páramo se extiende a muuuuchas más cuestiones, entre las cuales está muy presente la falta de alternativas de ocio de calidad.
¿Qué hacer cuando nuestros peques ya no están interesados en cuentacuentos, pelis de dibujos, parques y columpios?. La tecnología está ahí (con sus luces y sus sombras), también el deporte, …yyyyy poco más.
El cine para estas edades es inexistente o directamente deplorable (aquí podría explayarme, pero lo dejo para otro día), la música como espectadores…complicado (demasiado jóvenes para unas propuestas, demasiado mayores para otras, espero que demasiado inteligentes para el consumo de productos musicales prefabricados)…
En fin, es cierto que hay algunas opciones, pero ni de lejos tantas y tan variadas como para las etapas anteriores.
Por eso, hoy dedico este post a la apuesta valiente de la librería Agapea por crear una propuesta diferente, seria y de calidad para los chicos y chicas de nuestra ciudad: hablamos del club de lectura juvenil de la librería Agapea.
De Agapea conocemos (y disfrutamos) el Club de lectura para bebés Bebele. Aquí la respuesta de las familias granadinas es brutal. Un exitazo de convocatoria tras otro.
Y es que al principio todo es sencillo: acercar la lectura y los libros a los bebés, crear el hábito, favorecer el encuentro con los libros.
Padres y madres nos afanamos en leer cuentos en voz alta, compramos los últimos títulos, analizamos las lecturas, nos informamos sobre las mejores editoriales, los autores y autoras más valorados…
Pero, con el tiempo, dejamos de leerles nosotras y comienzan a ser ellas (y ellos) quienes deben definir su propia personalidad como lectores.
Creo que se trata de una etapa extremadamente sensible: al introducir la literatura y la lectura en la escuela y en las materias de estudio, a la lectura, hasta el momento un acto de placer, se le añade una vertiente de obligación.
Aquí pueden pasar muchas cosas, a las que no son ajenas ni los padres y madres, ni los profesores/as de lengua y literatura.
Una buena profesora es capaz de hacerte subir a la silla gritando «Oh capitán, mi capitán», como Robin Williams en «El Club de los poetas muertos», o hacerte detestar a un autor o incluso aborrecer toda una época de la literatura universal.
Si os interesa este tema, si os mueve a la reflexión, no dejéis de leer el fantástico ensayo (mil veces más ameno que los ensayos al uso) «Como una novela» de Daniel Pennac, un profesor francés de literatura que hace un auténtico alegato sobre la lectura por placer.
En casa también podemos crear un ambiente propicio a la lectura. Supongo (deseo) que esta frase tan aburrida que acabo de escribir, signifique cosas muy diferentes para cada uno/a.
Para mi significa no limitar, no coartar. Es decir, si tu hijo o tu hija necesita leer hasta las 4 de la mañana para terminar ese libro que lo tiene loco/a, ni se te ocurra levantarte para decirle que apague la luz. O si lo que le gustan son las historias de dragones, y nada más, déjale que lea sobre dragones, cómprale todos los libros de dragones que encuentres. Y por supuesto, no juzgues, no reprimas, no valores, ni ridiculices, sencillamente debate, pregunta, interésate, respeta, sugiere…
Pero no todo se reduce a la casa y la escuela. Olvidamos con frecuencia que si hay algo importante en esta edad es, sin lugar a dudas, el grupo de amigos y amigas.
Y aquí es donde entra el Club de lectura juvenil de la librería Agapea. Con él, se crea ese espacio en el que los chicos y chicas pueden sentirse completamente libres entre iguales con los que comparten una pasión.
Aquí pueden encontrar a gente con la que hablar, con la que «hacer manada» en torno a la lectura, con la que no sentirse diferentes.
En un Club de lectura, además, se aprende a debatir, a exponer la propia opinión en público, a valorar las de los demás, se descubren nuevos puntos de vista, se muestran emociones…Se hace músculo lector.
En el Club de lectura juvenil de la librería Agapea, los libros, por supuesto, se votan y son las chicas y chicos quienes eligen qué leer cada mes. Las fotos que véis corresponden a algunos de los títulos leídos este año. Y cada mes, como este viernes, se reúnen para hablar sobre las letras que los convocan acompañados por Raquel Hernández, que sugiere, guía y creo que, sobre todo, disfruta.
El Club de lectura juvenil celebra este viernes su última sesión, pero regresa después del verano, así que estáis a tiempo de hacer correr la voz, de contárselo a todo los amigos con hijos e hijas en esa edad, de comentarlo con los «profes» que conozcáis…
Por mi parte, y después de disfrutar de un año maravilloso en el Club de lectura para adultos de Agapea (apuntáos, que es una pasada), tengo clarísimo que será algo que, en su momento, propondré sutilmente a mis hijas 😉
Mientras tanto, voy a ir recordándome los derechos del lector de Daniel Pennac, para no olvidarlos nunca…
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El derecho a no leer
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El derecho a saltarnos las páginas
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El derecho a no terminar un libro
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El derecho a releer
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El derecho a leer cualquier cosa
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El derecho al bovarismo (leer para satisfacer nuestras sensaciones)
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El derecho a leer en cualquier sitio
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El derecho a hojear
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El derecho a leer en voz alta
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El derecho a callarnos