Experiencias para disfrutar en familia
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Duerme como puedas (sobre el colecho y otros imprevistos)

Si aún no has sido madre (o padre), seguro que la palabra «colecho» te suena a chino. Pero no es mala idea anotarla, porque forma parte de las que oirás a partir de ahora.

Los padres y madres que están a puntito de serlo, tienen que oír muchas cosas (demasiadas diría yo).

Generalmente son consejos bienintencionados, aunque en otras ocasiones salen del armario “predicador@s” frustrados o “personas-testimonio”, que disfrutan contando su historia again, and again, and again…

Hay un pequeño catálogo de temas recurrentes: el parto, el (fin) del sexo, el (fin) cambio en los hábitos sociales, pero entre todos los trending topic de la inminente pa-maternidad, hay uno que destaca por encima de todos, y que se resume en la frase “duerme ahora…, que luego no podrás”

 

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Y entonces piensas, “bueno, no será para tanto…”, ¡pero si que lo es!.

Y no hay que hacer un drama. Es completamente normal: acaba de llegar a vuestras vidas una criaturita que tiene que alimentarse cada poco tiempo, y cuyos patrones de sueño, son, sencillamente, diferentes a los vuestros y lo serán al menos durante una buena temporada.

Por supuesto que hay “variaciones”: hay bebés muy dormilones durante todo el día, hay bebés noctámbulos, hay bebés muy activos que duermen muy poquito, incluso hay bebés que duermen como benditos (dicen que los hay)…

Sorry amigos, cada uno viene de una manera “de serie”y poco podéis hacer por cambiarlo (eso suponiendo que queráis hacerlo o que esté bien intentarlo).

Si te toca un bebé que no duerme mucho por las noches, o que se despierta con mucha frecuencia, pues nada, “wellcome to the jungle”, que decían los gun’roses.

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Lo normal es que busques información, vayas a charlas o leas sobre el tema. Tendrás que posicionarte, como en casi todas las cosas en esta vida: o eres de los partidarios de el doctor Estivill, el archifamoso autor de “Duérmete niño”, o eres de los de Rosa Jové, la menos conocida autora de “Dormir sin lágrimas”.

Yo no me escondo, soy de las de Rosa Jové. No te engañes, no vas a encontrar en ella un “método” para que tu bebé duerma cuando tú quieres y lo que tú quieres, pero si que vas a entender cómo funcionan los patrones de sueño de una criaturita, y lo llevarás mejor, sin la tentación de caer en fórmulas milagrosas pelín antinaturales.

Servidora hace un tiempo que dejó atrás esa etapa, pero tuve “mambo” hasta los tres años. Será que siendo mellizas, todo viene por dos.

Los primeros meses fueron sin lugar a dudas los más duros, para que os hagáis una idea, mi marido describe aquella etapa cariñosamente como “maldito infierno”. Si, es un poco dado al drama, está claro.

¿Motivos?, mil y uno:

Porque acababan de llegar dos criaturitas a las que teníamos que adaptarnos (y ellas a nosotros), porque eran de las de poco dormir, porque tomaban teta a demanda (y se “daban la vez” en los horarios), y porque tardamos un poco en tomar la decisión que nos permitió dejar de andar como walking deads por la casa, el trabajo…: colechar.

Confieso que el colecho no entraba en mis planes.

Mira que estaba yo muy leída y convencida en muchas otras cosas que tienen que ver con lo que se ha dado en llamar la “crianza con apego”, pero con el colecho, como que no.

Honestamente, me parecía mucho más cómodo tenerlas en mi cuarto al principio y luego que marchasen alegres a su lindísimo dormitorio, con sus preciosas cunitas, mientras nosotros dormíamos a pierna suelta o nos hacíamos cariñitos.

Pero nones.

Porque cuando das pecho, es prácticamente imposible tener a tu bebé (o bebés) en una habitación diferente a la tuya, a no se que quieras ir comiéndote todas las esquinas de tu casa cada vez que te levantes para darle teta.

Eso sin contar los sustos que te da el vigilabebés “cuarto milenio”: reza para que no tenga interferencias (no volverás a dormir, te lo digo yo), y si es de video, ya ni hablamos: una cosa tan natural como ver a tu peque sentadito en su cuna despierto, te puede producir pesadillas durante años (siempre que hayas visto demasiadas pelis de miedo, como yo).

Y qué decir del instintivo “repullo” (creo que es un término muy granadino, así que traduzco: ese despertar repentino y asustado, creyendo que a tu peque, que duerme plácidamente, le pasa algo o necesita algo), y que si estás en otra habitación te hace salir de tu dormitorio en plan olímpico, batiendo records de velocidad.

Así que al final,, sin estar convencida, sin abanderar ningún estilo de crianza, por fin, te dejas llevar por tu instinto, y una noche, desesperada, te metes a la niña (o niñas como yo) en la cama.

Y duermes.

Y se acabó todo. Que le den al mundo entero. Porque duermes. Y tu bebé duerme más, y mejor. Y no te desvelas al darle teta. Y todo, poco a poco, va cogiendo su ritmo, y os acompasáis, y te das cuenta, de que has encontrado la manera más natural para llevar esta etapa que te ha tocado vivir así.

¿Y sabéis qué?. Es perfecto.

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No digo que sea siempre fácil. Para empezar, los dos miembros de la pareja (si la hay), deben de estar de acuerdo. Y no siempre pasa.

En muchas ocasiones, lo que tú percibes como algo completamente natural, no lo es para el otro, que ya se siente bastante desplazado desde que nació el bebé. Bueno, aquí sólo cabe diálogo, empatía, comprensión…

También es complicado poner fin al colecho. Hay personas que esperan a que sus peques decidan salir de la cama de los padres, pero otras (entre las que me encuentro), sienten la necesidad de que salgan antes de que ellos lo manifiesten.

Y pasa un poco como con el fin de la lactancia, si no es el bebé el que la decide, cuesta.

Aquí, cariño, dulzura, paciencia, mucho amor. No hay más.

Y también, fastidia ver la cunita que te costó una pasta, completamente intacta, aunque eso es lo de menos.

En este aspecto, me parece fantástica la proliferación de cunas de colecho. Hasta hace muy poquito tiempo era dificilísimo encontrarlas, y había muy poco donde elegir.

Pero como cada vez somos más los padres y madres que “salimos del armario” y contamos que colechamos, y que podemos descansar, y que además es un verdadero placer, existe una demanda cada vez mayor de cunas de colecho, que se traduce en una mayor oferta.

Para que os hagáis una idea, una de las primeras marcas españolas de mobiliario infantil, Takta, acaba de cambiar su catálogo para ofrecer todos, absolutamente todos sus modelos de cunas, también como cuna de colecho.

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A mi me parecen una opción estupenda. No digo que sean necesarias, se puede colechar en la cama perfectamente (siempre estando muy pendientes de las normas básicas imprescindibles para practicar un colecho seguro), pero si no lo tienes muy claro y quieres comprar una cuna, está fenómeno que por el mismo precio, puedas comprar una cuna que tiene la opción de colecho. Si la usas bien, y si no, ahí está. Quizás quieras usarla con el segundo bebé 😉

Para las personas preocupadas por la seguridad del colecho, creo que lo mejor es la información.

Como para todo, hay un montón de foros y webs en los que se habla sobre el tema, pero yo prefiero siempre recurrir a l@s pediatras, que son los que investigan sobre el tema y emiten opiniones basadas en pruebas científicas.

Si estáis en las mismas, quizás os interese leer un poquito de información sobre el tema. Hay un montón de foros y webs que hablan sobre el colecho, pero creo que lo más razonable es leer a los/as profesionales, los pediatras, que para eso estudian e investigan.

La Asociación Española de Pediatría tiene algunas publicaciones al respecto, como ésta sobre colecho, síndrome de muerte súbita del lactante y lactancia materna, donde dan una serie de recomendaciones básicas para un colecho seguro, y que es de lectura obligada.

En cuanto al colecho con cunas sidecar, más conocidas como cunas de colecho, podéis encontrar una recomendación favorable sobre ellas en el documento “Cuidados desde el nacimiento”, en el que se indica, “el colecho en la maternidad, con cuna tipo sidecar, no da lugar a situaciones de riesgo para el bebé”. La observación es extraída después de realizado un ensayo clínico.

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En este documento, se insta además a los hospitales a disponer de este tipo de cunas, ya que favorecen la instauración de la lactancia materna.

En fin, lo hagáis con cuna o “a pelo”, sabed que los/as colechadores somos legión, que se lleva haciendo toda la vida, que es muchísimas culturas es “lo normal” (y no lo que hacemos nosotros), y sobre todo, que el bienestar de vuestro bebé, depende también del vuestro, y de vuestro descanso.

Que ustedes lo duerman bien