A veces hay que tomar partido.
Yo lo hago hoy, y te invito a hacerlo tú también, en defensa de las librerías
¿El motivo?. La petición de ayuda que las libreras y libreros Little me hacen para darles voz y que seamos conscientes de todo lo que gira en torno al enorme negocio de los libros, y muy particularmente de los libros de texto.
Eso si, antes de meterme en faena, permitidme que os cuente una pequeña historia que me viene al pelo para contextualizar el post de hoy.
Hace algún tiempo, un día de cervezas con los amiguetes de mi Club de lectura (Hora de té y libros, by Raquel Hernández), Marian, la librera de Ubú libros nos dejó ojipláticos al contarnos algo que le había pasado en la librería.
Estaba un día Marian (para quien no la conozca La Librera, así, con mayúsculas) trabajando duramente en su pequeña y preciosa librería, cuando vió a una chica haciéndose fotos en la puerta de su negocio.
Foto por aquí, foto por allí, estudiadas poses, selfie va, selfie viene… Intrigada, nuestra librera salió para indagar el motivo de tanta instánea. La chica le dijo que era para sus redes sociales, y amablemente le indicó a Marian cómo localizarla y seguirla en ellas, como ya hacían muchas personas.
Al poco tiempo, la chica colgó una de las fotos en sus redes (en las que parece ser que, efectivamente, tenía muchos seguidores). A la foto, le acompañaba un texto: «en mi librería favorita».
Según Marian, la chica jamás había entrado en la librería; nunca le había comprado un libro. Never.
En aquel momento nos reímos un montón, hicimos bromas, incluso fantaseamos con «trollear» las cuentas de la falsa lectora….Pero después…después, cuando volví sobre la historia, me di cuenta de que me había dejado un regusto muy amargo.
Veréis, creo que con las librerías somos un poquito hipócritas.
Todo el mundo adora las librerías, las ama, las considera fundamentales en su barrio, en su ciudad.
Ojo, no cualquier «despacho de libros», no, las librerías de toda la vida, especialmente las pequeñitas, las que tienen libreras y libreros de raza, de los que asesoran con esmero, organizan cuentacuentos, clubs de lectura, firmas de autores…
Cuando una librería cierra, lloramos, nos lamentamos, nos damos sentidos golpes de pecho.»¡No puede ser, es un drama, van a desaparecer las librerías!», «dónde iremos a parar, no podemos permitir que ocurra» «¡Oh tempora, oh mores!»…
Como curiosidad, os contaré que uno de los post más leídos en Little el año pasado fue el que relataba el cierre de La Tinaja de Popi.
Amamos las librerías.
¿Las amamos?. ¿Si?, ¿de verdad?.
Entonces, ¿por qué demonios no actuamos con coherencia y consumimos libros responsablemente?.
Quiero pensar que se debe en parte a la desinformación y el desconocimiento, así que, bueno, ahí voy con algunos datos y reflexiones para que podamos tomar decisiones de compra coherentes.
Cuando las librerías Little me pidieron ayuda comencé a investigar el tema un poco más en profundidad … y flipé.
Por lo pronto he desistido de hacer un post en el que se trate el asunto en toda su extensión. Resulta que es bastante complejo, sobre todo para quienes no conocemos bien el sector: los intríngulis de la ley de libro, las estrategias de mercado de las editoriales, el mundo de las distribuidoras, la relación con autores y autoras, el terremoto on line…Merece no un post, si no todo un reportaje de investigación.
Hoy me voy a centrar únicamente en la cuestión de los libros de texto y del famoso cheque libro, porque la mayoría de las personas que leen este blog tienen (o van a tener) hijos e hijas en edad escolar y, por tanto, tendrán la posibilidad de influir y transformar la realidad de las pequeñas librerías con las decisiones de compra que tomen.
Es importante que sepáis que las pequeñas librerías, para las que antaño la campaña del libro de texto suponía el el grueso de su facturación anual, ven como merman las ventas cada año, poniendo en grave peligro su supervivencia.
El motivo no es otro que la cruda competencia que les platean al menos cuatro actores principales: grandes superficies, tiendas on line, colegios concertados y asociaciones de padres y madres.
La historia de las grandes superficies no es nueva: plantean descuentos en la adquisición de libros, generalmente en forma de bono que puede ser canjeado con posterioridad en otras secciones del establecimiento.
Es una estrategia comercial perfectamente legal y, de hecho, muy eficaz: los consumidores atraídos por el descuento de los libros de texto suelen comprar también en otras secciones. Después, para canjear el bono, deben volver otro día, con lo que se incrementan la posibilidad de que consuman en la superficie. Por supuesto, los bonos son canjeados en secciones que dejan un jugoso beneficio comercial (ropa, alimentación…), no el ridículo margen de beneficio que dejan los libros (entre el 15 y el 30%).
A la gran superficie no le importa ganar muy poco con los libros porque su negocio no son los libros. Su negocio, como explica muy bien Aranzazu de Porteo Feliz en su blog, son las latas de atún.
Desde hace unos años también han irrumpido con fuerza, utilizando estrategias de precio muy agresivas (ya que los libros de textos son los únicos que no están obligados por ley a mantener un pvp ni tienen regulados los descuentos), las tiendas on line dedicadas a la venta de libros de texto.
Se trata de una actividad perfectamente legal, en la que las tiendas on line (porque no me da la gana de llamar librerías on line a las que utilizan estas estrategias) rompen el mercado practicando el dumping.
Resumiendo mucho, lo del dumping viene a ser vender muy por debajo del precio normal, incluso por debajo del precio de coste, para eliminar a las empresas competidoras y hacerse con el mercado.
Me cuenta una librería que les llegan las familias con el móvil enseñándoles el precio que consiguen on line, para que se lo igualen o mejoren. Por supuesto es imposible. Hay casos en los que a la librería le saldría más barato comprarlo a la tienda on line para revenderlo que a la distribuidora. Además, la librería física tiene muuuuchos más gastos que la tienda on line: alquiler, luz, agua, impuestos locales varios etc.
Legal. Jodido, pero legal.
Aquí simplemente os diré que las librerías pequeñas no se han quedado dormidas. No están lloriqueando por los rincones. Han decidido dar la batalla y abrir sus propias tiendas on line desde las que venden sus libros, incluidos los de texto. También las Little: Imagina, Boops o Porteo Feliz. Los tres, compres los libros on line, por mensaje en redes sociales, mail, en persona…te permiten hacer el proceso a distancia te los llevan gratis a casa. Tomayá.
Cuando hay que pagar los libros (en infantil y bachillerato), entiendo que las familias busquen los mejores precios. No me gusta, por lo que implica para las librerías, pero lo entiendo. Claro que no todo es el precio…
¿Habéis comprado ya libros de texto?. Yo si, dos años, con cheque libro, y en los dos casos tuve que hacer varias gestiones con la librería que implicaban cambios. Si esto lo hacemos on line, ya os digo yo que el descuento conseguido se va al garete devolución tras devolución, además de todos los problemas que pueden surgir.
El cuerpo a cuerpo y la atención personalizada los tienes en las librerías pequeñas. Y aquí no habrá rebajas. Nunca.
Lo cierto es que el mayor problema llega con los colegios concertados y las ampas.
Por supuesto no en todos los colegios concertados. En algunos, se venden directamente los libros de texto, que el Colegio compra a la distribuidora o directamente a la editorial, con descuentos que no están al alcance de las librerías y que jamás podrían asumir.
El tema se vuelve especialmente indignante con el cheque libro. Como sabéis, en Andalucía los libros de texto son gratuitos durante toda la educación obligatoria.
La Administración establece que el conocido como «cheque libro» será entregado por el centro a los tutores/as legales de los peques, para que éstos adquieran los libros de texto, sin coste alguno en la librería que estimen oportuna.
Aquí comienzan las historias para no dormir…
Hay centros concertados que NO entregan el cheque libro a padres y madres, sino que directamente les dan los libros que ellos han adquirido mediante negociaciones con editoriales o distribuidoras, las cuales ofertan interesantes descuentos a los colegios, regalos en forma de material escolar (que también es vendido a las familias en el centro) o de otro tipo (pantallas de tv etc).
No tengo muy claro si ésto es delictivo, pero desde luego no tiene nada de ético. Con mi dinero, y el vuestro, los centros (que ya se financian con el concierto) negocian con los libros de texto para obtener beneficios.
Puaj.
Como dije al principio, no lo hacen todos los centros concertados. Afortunadamente.
Que quede claro que no estoy emprendiendo una campaña contra los centros concertados. Es más, mis hijas van a un centro concertado que entrega puntualmente los cheques libro a las familias, las cuales los compran donde les da la real gana. Si no fuera así, dejarían de ir a ese centro, lo tengo meridianamente claro.
Los colegios públicos tampoco son ajenos a las negociaciones dudosas, pero en este caso se realizan a través de las Asociaciones de padres y madres, que utilizan exactamente las mismas estrategias que los centros concertados.
Tamaña barbaridad lleva años siendo denunciada por las asociaciones de libreros, que sin embargo han conseguido poco o nada con sus reivindicaciones.
Una redacción bastante desafortunada de la ley permite que la venta de libros en Colegios y ampas, por mucho que les pese a las librerías, sea lícita.
Vale, la venta será lícita, pero obtener beneficios….eso ya no ¿verdad?.
Obtener beneficios, sean del tipo que sean, y me da igual que sea para el ampa o para el centro, negociando con dinero público, es una vergüenza.
Supongamos que no negocian (que lo hacen), y que simplemente lo que pretenden es facilitarles las cosas a los padres y las madres (que es el argumento que utilizan).
Si con eso estás destruyendo un sector clave para la cultura de tu ciudad, deberías dejar de hacerlo ¿verdad?.
Porque lo que haces es competencia desleal pura y dura. Porque ni colegios ni ampas pagan seguros sociales a las personas que venden los libros ¿verdad?, ni el porrón de impuestos que pagan las librerías al cabo del año; que yo sepa tampoco pertenencen (porque no pueden) a ninguna asociación de libreros, ni participan en ferias del libro, ni organizan firmas de libros de autores, cuentacuentos….
Eso lo hacen las librerías. Las de verdad. No quienes despachan libros de texto como si fueran artículos de saldo.
Desde mi punto de vista, los colegios deben dedicarse a la enseñanza y las asociaciones de padres y madres a canalizar la participación de éstos en el centro, pero no a la venta de libros ni de material escolar.
No hombre no, que para eso tenemos a las librerías. Si, las librerías, esas que tanto amamos…
¿Las amamos?, ¿de verdad?.
Pues entonces seamos coherentes y tomemos decisiones de compra responsables.
¿Te gusta ir a los cuentacuentos que se organizan en la librería Imagina?. Compra allí tus libros de texto. ¿Te gusta ir a los Boops reads que realiza Mr Boops?. Compra allí tus libros de texto. ¿Te gusta que Aranzazu lleve a una autora infantil para que la conozcas?. Compra allí tus libros de texto.
O comprálos en la librería de tu barrio, que está a piñón para venderte el cuadernillo de ortografía, una goma o una libreta un lunes de invierno a las ocho de la tarde, o un sábado por la mañana.
En cualquiera de los casos, cómpralos en una librería.
Por favor.
#endefensadelaslibrerías