Yo sé que en esto del mundo «blogueril» y la cosa infantil, lo que mola es el buenrollismo, el bonitismo y la creación de esos mundos «paralelos» idílicos, donde todo es maravilloso, la gente desayuna cosas supervitaminadas y coloridas en tarros de cristal, los peques visten siempre conjuntados y cada viaje transporta a tu familia a miles de kilómetros de distancia…
Pero qué queréis que os diga, a mi me puede la realidad (y la sinceridad).
Esta familia se escapa cuando puede, desayuna café en taza (y si es un bar, en vaso de cristal, como dios manda, hombreyá) y tostada, a veces viste a las niñas con ropa sin planchar (ssshhhh, no se digáis a mi madre…) y viaja, siempre que puede, por su provincia, en un auténtico ejercicio del más puro «granadinismo militante».
El año pasado, por estas fechas, nos perdimos unos días por las Alpujarras y el Puerto de la Ragua.
Y es que, aunque reconozco que el cuerpo me va pidiendo viaje largo y lejano, con choque cultural incluido, si de una escapada de dos o tres días se trata, Granada provincia es mi destino.
Este año no sólo ha sido mi destino, sino también mi salvación. Sip amig@s, hemos tenido unas auténticas Navidades de m….. (por temas laborales afortunadamente), y necesitábamos huir un poco para estar muy juntitos, mucho rato, para abrazarnos fuerte, reírnos mucho y querernos a lo bestia.
En esta ocasión para el alojamiento solicité ayuda a la familia Little (vosotros y vosotras, si, que sóis parte fundamental de este proyecto) para elegir destino, y entre las muchas propuestas (a cual más atractiva), hubo una que me cautivó: Las Cuevas de Al Jatib, una auténtica Hospedería troglodita en Baza.
Os aseguro que parte del exitazo que esta escapada ha tenido con las niñas, ha radicado en el acierto con el alojamiento.
Nosotros nos quedamos en la Cueva 2, que es lo más coqueto que te puedes encontrar en cuanto a cuevas se refiere: dos camas de matrimonio y una individual, un salón bien hermoso, cocina y baño. Ojo, cocina perfectamente equipada: lavadora, horno, vitrocerámica, microondas… Calefacción central y wifi. Tomayá. Por supuesto también hay una chimenea y el establecimiento te regala la primera cesta de leña.
Pero lo que realmente mola de Las Cuevas de Al Jatib son dos cosas: la Cueva de los peques o Cueva del Topo y el Hamman.
La Cueva de los peques es el paraíso para cualquier niño/a: llena de pasadizos, toboganes, pequeñas puertas por las se entra y se sale de la cueva al restaurante y de ahí al exterior…diversión infinita
Y para los mayores (aunque también pueden bañarse los peques), el Hamman es un auténtico lujazo: piscina de agua caliente (muy muy caliente), ducha de agua templada y piscina de agua fría…Todo ello dentro de la cueva, en un baño pequeño y coqueto, que te deja como nueva. Súmale la posibilidad de recibir un masaje relajante y ya no hay quien te saque de allí 😉
En verano, este lujazo se completa con una piscina y con varias terrazas al aire libre que tienen que ser una gloria en noches calurosas.
Personal atento y amable, pendiente de todas tus necesidades, que además realiza una inestimable tarea de información turística de la zona.
En definitiva, 100% little-recomendado.
Con este alojamiento ideal como base, hicimos un breve paseo por el Altiplano granadino. Y digo breve porque este territorio tiene tanto que ver, tanto por descubrir…, que un par de días no alcanzan para disfrutarla como se merece.
Imagino que la mayoría se sitúa geográficamente, pero, por si acaso, os hago una breve intro: el Altiplano es la denominación que se da al norte de la provincia de Granada, y comprende las comarcas de Baza y Huéscar.
Hablamos de una zona que, reconozcámoslo, para los grandin@s «de capital» es algo así como el extranjero, por no decir el espacio exterior. Una pena. Una auténtica pena, porque, por poneros un ejemplo, no se tarda más de una hora en coche a Baza; más o menos lo que te puedes pegar en el atasco para entrar al Centro Comercial Nevada…
¡Comencemos a cambiar mentalidades!
Si hay algo que caracteriza a este territorio es, sin lugar a duda, su patrimonio: natural, cultural, etnográfico y gastronómico.
Os animo a daros una vuelta por su web de turismo, aunque no respondo si os enamoráis perdidamente, y comenzáis a fantasear con una visita a Castril, las aguas termales de Zújar, las playas de interior en torno al Negratín, las infinitas rutas del Parque Natural de la Sierra de Baza, todos y cada uno de sus museos…
Nosotros conocíamos la zona desde la naturaleza, así que en esta ocasión, planificamos una visita más «histórica». Aprovechamos que las niñas están muy interesadas en la prehistoria gracias a un cuento que están leyendo en el cole, y comenzamos la ruta dándonos un chute de megalitismo en Gorafe.
Dólmenes everywhere (lo que viene siendo un parque megalítico), con gran variedad de rutas, algunas de ellas realmente accesibles y muy sencillas de abordar con peques, como la ruta del Llano de Olivares.
Recomiendo encarecidamente visitar el Centro de Interpretación del Megalistimo de Gorafe antes de decidirse por una ruta u otra de entre todas las posibles (que no son pocas). Se realizan dos visitas guiadas al día, una a las 12h y otra a las 17:00 (aunque se pueden concertar visitas para grupos en otros horarios).
El centro es realmente sorprendente: excavado en la roca, es muy grande y profundo y está dotado de las tecnologías más actuales. Las niñas disfrutaron con una proyeccion 3D y otra en una espectacular esfera, en una visita muy bien guiada por la intérprete del centro. Ella os asesorará sobre la ruta más apropiada a vuestras necesidades, tiempo, forma física…
Otro día lo dedicamos a Orce. ¡Que se lo merece demonios!. Que si, que Orce está a 1:45 de Granada, pero no podemos olvidar que los yacimientos allí localizados son de una riqueza científica incalculable.
Para entender la magnitud del patrimonio y su valor, es visita obligada el Centro de Interpretación de los Primeros Pobladores de Europa José Gibert.
Las instalaciones son estupendas y, de nuevo, la visita es guiada e interpretada. Y es que no hay audiovisual (aunque el de este Centro es realmente bueno) o tecnología que pueda superar a un/a intérprete de museo que ama su trabajo.
En Orce, Mari Carmen, la intérprete del centro, hace magia. Os aseguro que mientras la escuchaba, era capaz de ver a mi alrededor los ciervos gigantes que caminaron por la zona hace miles de años, sentí auténtico miedo del tigre dientes de sable, y pena por los mamuts bebés que quedaban atrapados en el barro del lago y cuyos fósiles se conservan a la perfección. Las niñas…., ni os cuento.
Muy correcta científicamente, también nos ganó con la parte humana al informarnos de que…¡estábamos en fiestas!. Resultado: de pura carambola tuvimos el placer de disfrutar de las fiestas populares, con un estupendo desfile de Moros y Cristianos. ¡Gracias Mari Carmen!.
El municipio tiene muchas más cosas que ver, aunque a nosotros sólo nos dió tiempo a visitar el Centro de Interpretación Arqueológico Cerro de la Virgen. Pequeñito, con pocas piezas, pero muy bien planteado y de nuevo con una guía de museo de 10 (cuántos aciertos en la selección de personal en la zona).Porque a ver, cuando tu pueblo está en fiestas, el centro cierra a las 14 y se te planta allí una familia a las 13:30…, ya tienes que ser maja para hacerles la visita completa, como si no tuvieras ninguna prisa 🙂
Muy cerquita está el paraje de Fuencaliente: una piscina natural, con agua templada y una familia de barbos, en la que te puedes bañar en verano. Hay una pequeña área recreativa con parque infantil justo al lado, así que debe de resultar muy agradable para pasar una tarde al solete.
Dos días no nos han dado para más, y es que no somos de estresarnos haciendo turismo. Así, dejamos en el tintero muuuuchas cosas que ver para la próxima visita.
Porque no lo dudéis, habrá una próximo paseo de la familia Little por el Altiplano…Y tú, ¿te animas?
