Hoy os descubro uno de mis rincones favoritos, donde me refugio cuando necesito desconectar de todo, descansar y no hacer nada que no sea abrazar y besar a mi familia: el Balneario de Zújar.
Ya sabéis que hacer turismo familiar en Granada es uno de mis deportes favoritos, y no me canso de recorrer en familia todos los rincones de nuestra provincia, que es inmensa, diversa y …. ¡muy desconocida!.
Hace ya tiempo que le tenemos una querencia especial al norte de Granada,también conocido como el Altiplano, una comarca llena de espectaculares paisajes, tesoros arqueológicos y maravillas de la naturaleza.
En invierno nos dimos una vuelta por Gorafe y Orce, durmiendo en un precioso alojamiento de Baza. Una escapada accesible y sencillita que no puede dejar de recomendaros una y otra vez.
En esta ocasión hemos trotado menos, bueno, para ser sinceras, no hemos hecho nada de turismo y nos hemos centrado en relajarnos y disfrutar de nuestro precioso alojamiento, el hotel La Alcanacia, y de los placeres que ofrece el Balneario de Zújar.
Venimos aquí desde que mis peques tenían unos tres o cuatro añitos, y lo hacemos regularmente, al menos una vez al año. En ocasiones solos, pero también con los abuelos, en lo que es todo un planazo de megafamilia que tiene atractivos para todos.
Es la primera vez que voy en verano, porque habitualmente nos dejamos caer por allí en otoño o primavera, pero lo cierto es que el lugar tiene su encanto en todas las épocas del año.
Os detallo un poco sobre el alojamiento (y no, éste no es un post patrocinado), porque es algo a lo que doy mucha importancia y porque no es sencillo encontrar establecimientos que sin estar entre la oferta «para niños» o «para familias», ofrezcan atractivos para que todos disfrutemos.
El hotel es sencillamente precioso. En plena naturaleza, y a orillas del embalse de Zújar, es una construcción sencilla y sobria, que encaja perfectamente en el paisaje y que pese a estar dotada de todas las comodidades, no pierde en encanto de un hotel rural.
Las habitaciones, son bastante amplias y merece la pena destacar sus camas de matrimonio XXL. Enooooormes. Los colechadores están de enhorabuena aquí porque pocas veces encontrarán camas tan grandes para disfrutar. La decoración es elegante y bonita, y no hay dos habitaciones iguales.
Nosotros nos alojamos normalmente en una doble con una cama supletoria, pero para familias que deseen más intimidad también existe la opción de la suite, que tiene dos plantas y una pequeña terracita con preciosas vistas (aunque el precio es más elevado, claro).
Generalmente escogemos media pensión, y hacemos alguna escapadita al pueblo para un tapeo. Este fin de semana descubrimos un local nuevo, La Almazara, con tapas y raciones de calidad a un precio razonable. Recomendado 😉
Pero si optáis por la pensión completa también es un buen plan, porque ya os avanzo que después de una sesión de balneario, te quedan fuerzas para muy poquito más que para caer redondos en la cama.
El gran atractivo de la zona es el Balneario de Zújar, un complejo moderno y de reciente construcción, que se asienta en la misma zona que las históricas termas, de las cuales se tiene constancia desde época romana.
No es excesivamente grande, pero si es realmente bonito. Si al leer la palabra «balneario» os viene a la mente un lugar así como viejuno, cambiad la imagen por la de «spa», porque está mucho más cerca de la realidad.
Existen diferentes tarifas y opciones para disfrutar de las aguas y de los tratamientos (masajes etc.), con ofertas en algunos días de la semana y en el horario nocturno y precios especiales para peques. Os recomiendo llamar antes para informaros y preguntar por paquetes que combinen el alojamiento en el hotel La Alcanacia con la entrada al balneario.
Ojo, no se permite la entrada a peques menores de tres años, pero a partir de esa edad hay muy pocas limitaciones (la piscina de agua muy calentita, en la que no pueden entrar más de unos minutos, y la sauna, a la que no pueden entrar). Tooooooooodo lo demás, está a su entera disposición, respetando algunas normas básicas de conducta: resumiendo mucho, no pueden liarla parda.
Y en el interior, como dicen mis hijas, «chorritos de todo tipo». Piscinas con diferentes temperaturas, sauna etc.
Me gusta especialmente la piscina exterior, de agua templada, sobre todo cuando hace frío. Bañarse al aire libre en agua calentita con frío es un auténtico gustazo.
Y sin lugar a dudas, lo que más me gusta de todo son las vistas. Esa enorme cristalera que te permite disfrutar del precioso paisaje del embalse y de la luz natural mientras chapoteas y te relajas.
Si no te apetece estar todo el día en remojo (para mi con una sesión de mañana o de tarde es más que suficiente), el alojamiento y la zona te ofrecen varias opciones para pasar el día.
Si no te apetece salir, en verano puedes disfrutar de la piscina al aire libre del hotel. No se vosotros, pero yo soy feliz con una tumbona y un libro, mientras vigilo a las niñas en la piscina (y me baño cuando no me queda más remedio).
En otras épocas del año, se puede dar un paseo por el terreno que rodea al hotel, bastante amplio, o incluso por los alrededores del embalse.
Los amantes del senderismo también tienen un reto en el cercano cerro del Jabalcón, aunque hay que estar en forma para afrontar la subida 😉 Con peques…, no. Como mucho se puede subir en coche hasta el mirador para disfrutar de las vistas. Yo le tengo pánico a las alturas, así que la carreterita de subida y el mirador en si me aterran, pero no más que otros miradores de otras zonas.
Ya en el pueblo, la Iglesia de la Anunciación tiene una vista, así como otros lugares históricos.
Y si hace un frío terrible o caen chuzos de punta, vuestro plan es la biblioteca del hotel La Alcanacia. En este precioso espacio puedes disfrutar de juegos de mesa, leer, ver la tele, tocar el piano o sencillamente sentarte en esta fila de butacas de cine a contemplar el paisaje. What else?
Mi rincón favorito sin embargo es otro, este pequeño cenador, donde un café, una cerveza o un copazo…no tienen precio. Precioso en todas las épocas del año.
Como véis, soy muy fan. Y es que siempre que vamos nos sentimos atendidos y mimados por un personal amable y atento, acostumbrado a una clientela de lo más varipinto: personas mayores, familias, parejas en plan romántico, extranjeros…
Si os gusta el rollito tranquilo, es acierto seguro. Yo lo tengo más que comprobado porque suelo utilizar los bonos regalo del alojamiento para Navidad, y en reyes quedo como una reina con suegros, madre etc. 😉
Y este lujazo, que no conoce la masificación, está apenas a hora y media de Granada. Sin embargo, sigue siendo un gran desconocido, como todas las maravillas que esconde esta preciosa comarca.
Os animo a romper estereotipos, y daros un paseo por el Altiplano de Granada, para descubrir la magia de estas aguas y apostar un poco por el desarrollo de nuestra provincia.
Ya os digo yo que os va a sentar genial 🙂
Me voy a permitir una última recomendación: a la ida o a la vuelta, hay que parar en Guadix a comer. Concretamente en el restaurante La Tinaja. Se trata de un establecimiento con muuuucho sabor, con diferentes comedores dentro de una cueva y especializado en carnes a la brasa.
A la brasa de verdad. Os lo dice alguien que tiene un restaurante que también está especializado en carnes a la brasa y que está cansada de ver «falsas brasas» por ahí. Para entendernos: hacer la carne en un parrilla y dejarle un par de marcas no es hacerla a la brasa. Las cosas cocinadas a la brasa tienen un olor y un sabor muy característicos, y darles el punto adecuado es todo un arte.
En La Tinaja se lo dan. Pedazo de cocinero oiga. Y no solamente a las carnes (la variedad y la calidad es excelente), sino también a las chacinas, las setas y las verduras. Muy fan de la ensalada de pimientos verdes a la brasa con tomate. Un 10.
Ojo, si váis en fin de semana hay que reservar, porque si no, no comes.
¡Nos vemos en el Altiplano!